Arnkil / Eriksson | Asumir las preocupaciones propias | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 160 Seiten

Reihe: Biblioteca de psicología

Arnkil / Eriksson Asumir las preocupaciones propias

Un manual para diálogos tempranos

E-Book, Spanisch, 160 Seiten

Reihe: Biblioteca de psicología

ISBN: 978-84-254-4571-2
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection



El método de los diálogos tempranos es una técnica de intervención para los profesionales de la salud y la educación, y también una herramienta de acción en el mundo de la empresa. Se basa en la premisa de que cuando surgen preocupaciones sobre un menor o un adolescente, sobre un cliente, un paciente o un empleado, es preferible actuar cuando todavía se dispone de una gama amplia de posibilidades y alternativas. Sentirse preocupado señala que algo está empezando a deteriorarse y que evolucionará en una dirección indeseada a menos que se produzca un cambio. Esta preocupación subjetiva constituye un 'indicador' sensible. El objetivo de este manual consiste, entonces, en abrir el diálogo para reducir el umbral de la intervención y que el profesional pueda asumir la responsabilidad de disminuir las preocupaciones propias. En vez de centrarse en los problemas del niño, del paciente o del empleado, el profesional expresa su preocupación subjetiva por ellos y pide a estas personas que lo ayuden. El enfoque, por lo tanto, consiste en cambiarse a sí mismo para ayudar a que una relación cambie.

Tom Erik Arnkil (1950) fue profesor investigador en el Centro Nacional de Investigación y Desarrollo para el Bienestar y la Salud, Helsinki, Finlandia hasta su jubilación en 2014. Sus estudios se han centrado princi-palmente en situaciones 'multiproblemáticas' en el ámbito familiar y escolar, buscando el desarrollo de procedimientos para mejorar la cooperación entre trabajadores sociales, terapeutas, maestros y las redes personales de los pacientes. Es autor y coautor de numerosos libros y artículos. Esa Eriksson (1949-2019) trabajó como directora de desarrollo en el Instituto Nacional Finlandés de Salud y Bienestar hasta su jubilación en 2017. Junto con Tom Erik Arnkil y otros colegas desarrolló procedimientos para una actividad conjunta en materia de salud, bienestar y educación, entre ellos los diálogos tempranos para asumir las preocupaciones propias y los diálogos anticipatorios. Fue terapeuta familiar en hospitales psiquiátricos y en clínicas de orientación familiar.
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Weitere Infos & Material


Introducción e instrucciones de uso
Un reto importante y mucho que ganar
En el Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Finlandia (THL) los autores se hicieron cargo de proyectos de investigación y desarrollo dirigidos a mejorar la cooperación entre profesionales, así como entre estos y los clientes de los servicios de salud, de bienestar social y de educación. A finales de la década de 1990 nos encontramos ante un dilema interesante. Prácticamente todos los profesionales de los dos municipios participantes, desde las guarderías y las escuelas hasta los centros de salud y los servicios de orientación, manifestaban su falta de medios para gestionar las preocupaciones emergentes antes de que se hicieran más grandes. Los maestros sabían bien qué hacer en el aula, pero ¿cómo actuar si los problemas que presentaba un niño en la escuela o en la guardería apuntaban de algún modo a problemas en el hogar? Quienes trabajaban en centros escolares y en guarderías describían situaciones en las que sentían que la inquietud del niño, su timidez, etc., se relacionaban con la forma de vida de los padres, como, por ejemplo, el abuso de sustancias, la violencia doméstica u otros problemas, pero, a la vez, tenían dudas a la hora de plantear su preocupación. Aunque profesionales como los trabajadores sociales, los psicoterapeutas y, en especial, el personal de rehabilitación en el abuso de sustancias —«profesionales de la preocupación», por así decirlo— se hallen más autorizados a la hora de plantear estas cuestiones, también explicaron que dudaban sobre cómo manifestar una preocupación en las fases iniciales de sus observaciones. Estaban convencidos de que la relación profesional, aún demasiado débil, se rompería y preferían esperar a que la relación se hiciera más sólida. Los diversos participantes en el proyecto expresaban su temor de que desvelar la preocupación pudiera suponer un retroceso, de manera que los padres, clientes o pacientes negaran el problema y rechazaran la competencia del profesional y su derecho a plantear esos temas. Y mientras vacilaban, las preocupaciones se hacían más intensas, por lo que, a medida que crecían, las relaciones se volvían cada vez más incómodas. Entretanto, el niño se encontraba en una situación conflictiva cada vez más complicada. Debatiendo sobre este dilema, hubo profesionales que afirmaron que en alguna ocasión, en la que no habían podido soportar más su ansiedad, la preocupación estalló y esto solo contribuyó a empeorar las cosas, como si se confirmaran las sombrías anticipaciones iniciales. Nos hallábamos ante un reto con mucho que ganar. ¿Cómo actuar antes de que se cierren demasiadas puertas y cómo lograrlo sin romper la relación con los padres? Tom y Esa habían desarrollado herramientas profesionales para una anticipación activa en proyectos anteriores, y estaban poniéndolos a punto para ajustarlos a los diálogos tempranos. A continuación, presentamos una experiencia personal de Satu Antikainen, directora de guardería, que participó en el proyecto: ¿Hubiéramos podido haber hecho algo distinto?
Jukka llegó a nuestra guardería con dos años de edad.1 Sus largas despedidas cada mañana ponían a prueba la paciencia de nuestro personal. Jukka se agarraba a su madre y se negaba a ir con los demás niños. Sentíamos que la madre era reacia a dejar a su hijo en la guardería y que no confiaba en nosotros. A medida que Jukka crecía aumentaron los problemas. Tenía dificultades para despedirse de su madre y la echaba de menos durante el día. Jukka no jugaba con los otros chicos. Era tímido y padecía un retraso motor. Jukka no era capaz de tener en cuenta a los demás ni de esperar su turno, y los otros niños se quejaban de que se saltaba la cola. Un día invitamos a su madre a hablar de la situación. Le explicamos los problemas de Jukka y le sugerimos una reunión conjunta con nuestra especialista en guarderías, una profesora no residente. La madre de Jukka, convencida de que todo iba bien, pensó que esa reunión no era necesaria. Jukka comenzó preescolar sin que se hubiera producido cambio alguno en su comportamiento, por lo que se pasaba el día llorando y seguía echando de menos a su madre. No se observaron progresos en sus habilidades motoras ni en su comportamiento (esperar su turno, tener en cuenta a los demás…). El personal pensaba que hacía falta una intervención inmediata o, de lo contrario, tendría serios problemas en la escuela. Así pues, pensamos que era absolutamente necesario citar a la madre de Jukka a otra reunión. Sin embargo, no estábamos seguros de cómo abordar la conversación. Ella ya había rechazado antes la propuesta de una reunión conjunta y no reconocía los problemas de Jukka. Teníamos la impresión de que se trataba de una persona reservada y esquiva. Por fin, decidimos invitarla a una reunión. Le hablamos abiertamente de los problemas que tenía su hijo y le aconsejamos que se pusiera en contacto con el centro de asesoramiento familiar. Le dijimos que pensábamos que los problemas emocionales de Jukka se podrían resolver mejor en dicho centro y que, de ese modo, el niño podría recibir la ayuda adecuada antes de empezar en la escuela. Tras escuchar lo que teníamos que decir, la madre de Jukka nos dijo que a lo mejor lo retiraba de la guardería. Nos pareció la peor de las alternativas posibles. Tratamos de convencerla de lo contrario explicándole lo grave que era la situación, en especial porque Jukka iba a comenzar la escuela el otoño siguiente. Volvió a escuchar lo que teníamos que decir y prometió pensárselo bien. Dos días después llamó por teléfono y anunció que Jukka dejaría de acudir a la guardería. Dijo que había tomado esa decisión a pesar de los consejos de los profesionales de la guardería. Dando los primeros pasos en el camino hacia una cooperación fructífera
Liisa pasó de ser cuidada en su casa a nuestra guardería. Se abordó su retraso en el desarrollo del lenguaje y su comportamiento difícil. A medida que avanzaba el otoño, Liisa empezó a adaptarse al grupo de la guardería. Sin embargo, su comportamiento seguía siendo insoportable y padecía cambios de humor. El personal de la guardería no veía nada fácil cooperar con la madre de Liisa. La situación planteaba un auténtico reto: por una parte, estaba la preocupación por el comportamiento de Liisa y, por otra, el desconcierto ante la conducta errática de su madre en la guardería. ¿Cómo podíamos animar a esta a cooperar? Estábamos tan preocupados por Liisa que nos vimos obligados a planificar de la mejor manera posible la forma de tratar el asunto con su madre. No obstante, aplazábamos abordar la cuestión por temor a que esta se enojara mucho. Además, eran tantos los asuntos que había que exponer que nos parecían demasiados para que la madre de Liisa se hiciera cargo de todos desde la primera entrevista. Por lo tanto, decidimos afrontar los problemas paso a paso y solo hablarle, en primer lugar, de los cambios de humor de su hija. Además, vimos que era preciso darle ejemplos concretos de cómo afectaban estos cambios de humor al comportamiento de Liisa y también preguntarle a la madre cómo le iban las cosas a ella en general y con su hija en particular. Optamos por ser muy francos y honestos acerca de nuestra preocupación. También reflexionamos sobre el tipo de ayuda que podíamos brindar a Liisa para que, asimismo, resultara aceptable para su madre. Además, nos esforzamos en buscar aspectos positivos de la situación entre ambas. Al reconocer que todo el mundo posee fortalezas y recursos nos volvimos más optimistas, lo que, de hecho, nos ayudó a abordar el tema. Así, nos reunimos con la madre de Liisa según lo acordado. Para nuestra sorpresa, ella se sinceró mucho. Nos dijo que también estaba preocupada por Liisa y nos explicó lo difícil de su propia situación en la vida. Aceptó las medidas de apoyo que habíamos ideado para la niña. Además, como iniciativa propia sugirió que debía pasar más tiempo con su hija. El ambiente fue muy constructivo. Aunque no abordamos todos los problemas en ese momento, sentimos que era el comienzo de una buena relación cooperativa. Trabajando como profesora de un jardín de infancia, y luego como directora de una guardería, he afrontado varias situaciones problemáticas con los clientes. He conocido a menores y a familias que me hacían tener la impresión de que intervenir era realmente lo mejor para el menor. Desde mi posición de liderazgo consultaba a mi equipo y, juntos, buscábamos respuestas a situaciones difíciles. Para ser sincera, no estaba segura de cómo podía asumir mi preocupación acerca del menor delante de sus padres y, durante mucho tiempo, no me atreví a abordar el tema. Temía que estos se molestaran o que se enojaran conmigo. También tenía dudas respecto de cómo encontrar la oportunidad de hablar acerca de mi preocupación. Buscaba seguridad y deseaba tener a mi lado a alguien más capaz, como, por ejemplo, nuestra maestra especialista de guardería no residente, para que confirmara mis observaciones. Participar en el proyecto de Arnkil y Eriksson me aportó el impulso necesario para mi desarrollo profesional. El objetivo del proyecto consistía en desarrollar nuevos métodos para la intervención temprana y la cooperación multiprofesional. El primer día, al escuchar la expresión «preocupación subjetiva», se me abrió toda una nueva perspectiva acerca de las...


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