Amo Usanos Inteligencia artificial y bioética

1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-8468-567-8
Verlag: Universidad Pontificia Comillas
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, Band 36, 210 Seiten

Reihe: Dilemas éticos de la medicina actual

Este libro aborda las complejas interacciones entre la inteligencia artificial (IA) y los dilemas éticos en el campo de la medicina. A través de contribuciones de varios expertos, se exploran temas como la autonomía del paciente, la justicia en la atención médica, la privacidad de los datos y la responsabilidad en el uso de la IA.

Autoren/Hrsg.

Amo Usanos, Rafael

Leseproben

Implicaciones Filosóficas Y Perspectivas Éticas De La Inteligencia Artificial

Implicaciones Filosóficas Y Perspectivas Éticas De La Inteligencia Artificial

Carlos Beorlegui

Universidad de Deusto

1. Introducción

Nos enfrentamos a un tema amplio y complejo, y a exponer en un espacio reducido, por lo que tenemos que limitarnos tan sólo a presentar un panorama general sobre el tema, centrándonos en los aspectos más importantes. Todos somos conscientes de la importancia y relevancia que las investigaciones y aplicaciones de la IA están teniendo en el mundo actual, desde mediados del siglo pasado, así como de los múltiples retos y cuestiones filosóficas y éticas que están planteando a nuestra sociedad y al futuro de la humanidad.

Nuestra exposición se centrará en cuatro puntos: analizar la pertinencia y legitimidad del tema, esto es, si tiene sentido introducir reflexiones filosóficas y éticas en el ámbito de la IA, y desde qué perspectivas; dando por hecho que la respuesta es afirmativa e ineludible, situaremos la relación entre la ética y la IA dentro del ámbito de las éticas aplicadas, para, en un tercer momento, presentar los rasgos específicos de los contenidos de ese enfoque ético en el ámbito de la IA; y, por último, analizaremos las bases antropológicas y sociológicas que se hallan implicadas en el fondo de esta problemática, para llegar después a las conclusiones finales.

2. Pertinencia de la mirada filosófica y ética en el ámbito de la IA

2.1. El naturalismo reduccionista y el determinismo o imperativo tecnológico

Resulta innecesario insistir en la importancia y el fuerte impacto de la IA en el ámbito social y cultural de nuestro tiempo, en todos los aspectos centrales de la vida humana, presentando indiscutibles avances, ventajas y aportaciones, al mismo tiempo que interrogantes, retos y repercusiones tan graves y decisivas, que no podemos minusvalorarlas ni dejarlos de lado.

Junto a las dimensiones positivas indiscutibles en casi todos los campos de nuestra realidad (la IA está aportando grandes avances en el campo de la economía, el trabajo, la sanidad, las relaciones personales y el conjunto de la sociedad), no se pueden obviar también los interrogantes, preocupaciones y retos que nos plantean (invadir nuestra privacidad, mayor control de las personas por empresas o poderes públicos, ambiguo impacto en el mercado de trabajo, peligro de mayor desigualdad económica y social, etc.). Incluso, se nos dice, desde las posturas trans/post-humanistas, que podemos estar a un paso de alcanzar un momento de singularidad, en el que tendremos capacidad de construir máquinas super-inteligentes, que igualen o superen a los humanos, quedando éstos a merced de sus potencialidades y decisiones.

Ante la cuestión de si es legítima y pertinente la mirada crítica de la filosofía y de la ética ante este panorama tan preocupante, nos encontramos con dos posturas enfrentadas: la que considera que la ciencia está regida por su propia lógica racional, y la que defiende que todos los ámbitos de las ciencias, y la IA entre ellos, son una parcela más de la praxis humana, y, por tanto, se hallan sometidas a la mirada crítica de la filosofía y de la ética.

El naturalismo reduccionista o reduccionismo materialista, considera que la racionalidad científica es autónoma y la única capacitada para mostrarnos la verdad epistemológica y ontológica de la realidad y de lo humano, ya que, en la línea de Augusto Comte, con la aparición de la época científica, se habrían superado de forma definitiva las perspectivas mítico-teológica y filosófica. Por tanto, introducir criterios filosóficos y éticos sería un error epistemológico, además de constituir un estorbo para los avances de las investigaciones científicas y sus diversas aplicaciones. Esta forma de pensar no está presente tan sólo en un ámbito social reducido. El tercer módulo del Estudio Europeo de Valores, realizado en diversos países europeos, nos muestra que tan sólo el 36 % de los españoles defiende la necesidad de la imposición de límites y orientaciones de carácter ético en los avances científicos, a diferencia de los alemanes (68 %) y de los franceses (57 %) (Fundación BBVA, 2020). Es una muestra de la pujanza de la lógica del determinismo o imperativo tecnológico, que piensa que la ciencia es autónoma y neutra, con su propia lógica interna, por lo que pretender orientarla o detenerla desde instancias extrínsecas supone estorbar sus avances, además de resultar un intento inútil, como lo sería querer detener un vehículo que no tiene frenos. Frente a esta forma de pensar se sitúan quienes consideran que la reflexión filosófica y ética no sólo no constituye un freno o estorbo para las investigaciones tecnocientíficas, sino un mecanismo necesario para dotarlas de mayor seguridad, en la medida en que les aportan criterios razonables para reorientar su marcha y frenar cualquier proceso que resulte peligroso y dañino (Villas Olmeda y Camacho Ibáñez, 2022, p. 25; Boladeras, 2022).

2.2. La complementariedad entre filosofía y ciencia

Para esta segunda postura, la filosofía y la ciencia, aunque constituyen perspectivas diferentes de la racionalidad humana, son necesariamente complementarias, nacidas en el ámbito de la cultura griega, aunque hayan seguido trayectorias posteriores diferentes. Frente a la interpretación diacrónica y excluyente de A. Comte y sus seguidores, la epistemología (ámbito de la filosofía que se encarga de estudiar el estatus racional de cada saber) considera que la relación entre ciencia y filosofía es sincrónica, inclusiva y complementaria. Si echamos una mirada rápida a la historia del pensamiento, vemos que tanto la filosofía como la ciencia han ido experimentando profundos cambios y crisis internas, hallándose en permanente proceso de clarificación.

Así, aunque los avances y éxitos de las ciencias naturales, a partir sobre todo del s. XVII, les empujaron a mitificar su alcance y sus potencialidades, pretendiendo definirse como un conocimiento demostrado, seguro, cierto y definitivo, la historia ha ido mostrando sus limitaciones e insuficiencias, la pluralidad de modelos científicos (ciencias naturales y humanas, s. XIX), así como la necesidad de echar mano de la filosofía (filosofía de la ciencia) en la búsqueda de sus fundamentos y criterios de verificación y demostración (Habermas, 1982, pp. 62-88). Vemos, pues, que la ciencia se enfrenta a límites evidentes, tanto internos como externos. Los internos se refieren, entre otros aspectos, a los diversos criterios de verdad y de verificación que manejan los distintos saberes científicos, y, por ello, a los diferentes modos de entender la definición de ciencia y de verdad o demostración científica; y, en relación a los límites externos o prácticos, la ciencia tiene que reconocer que se trata de una racionalidad más entre otras, asentada en la racionalidad general o mundo de la vida (Gadamer, 1977; Habermas, 1985), por lo que no puede prescindir de su relación con la perspectiva o racionalidad filosófica, ética y sociopolítica, si no quiere caer en el cientifismo,

la fe de la ciencia en sí misma, es decir, la convicción de que en adelante no podemos concebir a la ciencia como una de las posibles formas de conocimiento, sino que hemos de identificar conocimiento y ciencia. Es cientifista el intento de instalar el monopolio en el conocimiento de las ciencias e incluso normalizar en ese sentido la autoconcepción metateórica de las mismas» (Habermas, 1982, p. 82).

En la medida en que las ciencias (tanto en su proceso de investigación como en sus concreciones y aplicaciones tecnológicas) se hallan situadas inevitablemente en el campo de las acciones humanas, es evidente que ningún hecho humano escapa a la evaluación filosófica y ética.

Por su parte, la filosofía también ha ido experimentando sucesivas crisis de identidad, pasando de creerse en posesión de la verdad definitiva, fundamentada en una metafísica fundamentalista y dogmática, a vivirse en un horizonte postmetafísico, como indica J. Habermas (1989 y 1990). En definitiva, la filosofía tiene que dejar de ser y creerse un juez altanero, que impone dogmáticamente su verdad, para mezclarse con el resto de las racionalidades, intentando mantenerse como abogada de la razón, y su guardiana e intérprete. De este modo, tenemos que saber distinguir entre la perspectiva de la ciencia (centrada en la dimensión fáctica de la realidad) y la de la filosofía (ocupada del sentido y de la valoración ética de la misma). Por tanto, la filosofía, en su papel de especialista de lo general (en cuanto buscadora de una visión sistémica), y de reformista y crítica de lo concreto (como traductora del saber de los expertos, y como participante cualificada en las discusiones públicas), no puede arrogarse una jurisdicción exclusiva en la búsqueda de los fundamentos últimos, ni tiene que perder su cercanía y colaboración con los ámbitos científicos (Bayertz, 2003).

Por tanto, la búsqueda de la realidad y de la esencia de lo humano sólo puede conseguirse a través de un diálogo permanente entre las diferentes racionalidades (ciencia y filosofía, entre otras), búsqueda que se efectúa en la puesta en marcha de una racionalidad dialógica y comunicativa, que persigue consensos racionales, resultado de la...